De "La construcción del milagro" a la crisis

Milei presenta su nuevo libro con un show en donde tiene el doble carácter de cantor y autor expositor., haciendo ensayos mientras crece la crisis económica y politica. Las ideas del libro y de su discurso no son novedosas: se reitera el mismo balance que sostiene el “milagro” del crecimiento económico, la baja de la inflación y la pobreza; junto a la suba de los ingresos populares. Todas falacias de propaganda que se justifican con cifras discutibles que escamotean la realidad. El crecimiento de la economía puede remitirse al 2024 hasta el primer trimestre del 2025 y sesgado hacia algunos sectores primarios exportadores, caso del agro, la energía y la minería, también el turismo emisivo al exterior, la venta de automotores, de inmuebles y las finanzas. El resto de la economía, en general vinculada al mercado interno y con ingresos populares deteriorados muestran la otra cara de la moneda. Los datos señalan que la inflación detuvo la baja en julio y agosto, con un registro del 1,9%, que es muy probable que se mantenga para el pasado mes de septiembre y el presente. Ello ocurre, entre otras cuestiones, por el aumento del tipo de cambio y la especulación con nuevas devaluaciones, antes o después de las elecciones de medio término, más allá de las afirmaciones oficialistas en sentido contrario. El salario de los estatales desmiente la referencia presidencial de mejora de los ingresos, con una caída del 19% respecto a diciembre del 2023, habiendo resignado caca estatal más de 8 millones en promedio. El salario del sector privado está 5% por debajo del inicio de la gestión Milei, con una pérdida promedio de más de 1,7 millones de pesos. Las jubilaciones están abajo un 23%, con una pérdida promedio de más de 3,9 millones por beneficiario. Los datos son aportados por “MATE”, el mirador de la actualidad del trabajo y la economía. Crítica realidad La realidad es una economía estancada por esa baja de ingresos populares, con cierres de empresas, incluso retirada de algunas de capital externo y variados cierres de pequeñas y mediana, con un saldo de desempleo en torno al 8% y una creciente informalidad laboral, con un registro del 44%, el más alto en este siglo. Esa informalidad es expresión de la irregularidad del empleo derivado de la impunidad empresarial y la política pública de deterioro de los ingresos populares y condiciones de vida de las/os trabajadoras/es. Bajo estas condiciones y para sostener la lógica del equilibrio fiscal, crece el endeudamiento externo, que ya supera los 300.000 millones de dólares, de una cuenta en perspectiva de incremento bajo asistencia del gobierno de EEUU. Este año hubo asistencia del FMI por 20.000 millones de dólares, con desembolsos por 14.000, utilizados para la fuga de capitales, esencialmente compra de billetes por una minoría con excedentes de pesos en sus cuentas. Sin la mediación de Donald Trump ello no es posible. Ahora en Washington, el quipo económico profundiza la dependencia con mayor endeudamiento y condicionalidades que afectan el manejo soberano de la economía local. Un “milagro” reaccionario El “milagro” del libro de Milei es que haya durado este tiempo, vale señalar, con la complicidad de un Congreso Nacional que empezó a ser esquivo en este tiempo. El cambio de actitud y de votaciones en el Parlamento se explican por el cambio de humor en la sociedad ante los problemas económicos, pero, sobre todo, por los problemas políticos derivados de la corrupción en el gobierno. Se trata del fraude $libra, con juicios en el exterior y en el país, las denuncias sobre coimas en la ANDIS, las denuncias en el área de salud y más aún, con el caso Espert y las vinculaciones al narcotráfico. Es un combo que suma crisis política a la situación económica. El Diputado Espert abandona la campaña y la presidencia de la comisión de Presupuesto de la cámara baja, impactando en el proceso electoral a pocos días de la votación, considerada estratégica para el gobierno y el poder. No hay milagro económico, tan valorado en ámbitos asociados a la corriente principal liberalizadora, sino un intento por continuar la lógica de disciplinar, por abajo y por arriba, a la sociedad en Argentina. Por eso es un “milagro reaccionario”, una tarea esencial definida en 1975/76 para reestructurar regresivamente al capitalismo local y que se procesó en etapas, en la dictadura genocida, en los 90 con Menem y De la rúa, luego con Macri y ahora con Milei. Claro que ante las dificultades de la gestión, el “banco de suplentes” ya está listo, agrupando a diferentes sectores del peronismo, del radicalismo y del PRO, bajo las figuras de gobernadores con referencias territoriales en todo el país. Se proponen asumir con mejores modales y diplomacia de relaciones políticas, la reaccionaria reestructuración para una inserción en la lógica mundial de acumulación capitalista, cuya tendencia preocupante se orienta hacia el capitalismo criminal y guerrerista. El objetivo del gobierno y sus cómplices, ahora dispuesto a sustituir al gobierno en la gestión, pretenden avanzar luego de asumido el nuevo congreso Nacional en diciembre próximo, con las reformas tributarias a favor de los capitales la ganancia; la reforma laboral y la previsional. Resulta coincidente con el propósito global de los capitales más concentrados en todo el mundo. La resistencia a la política pública viene creciendo, pero aún resulta insuficiente, especialmente en la construcción de un consenso político para orientar un rumbo en favor de las trabajadoras y los trabajadores, del mercado interno y las economías regionales. Buenos Aires, 6 de octubre de 2025

Momento crítico en el sistema político

La descomposición política no es solo del gobierno, sino del conjunto del sistema político, de la forma del ejercicio de la “democracia realmente existente” en el país. Atañe a los diferentes poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, tanto como al conjunto de los partidos que disputan la representación política institucional. Extensivo a la objeción a las formas históricas de la organización social y su burocratización, en el ámbito sindical, territorial, económico, cultural, etc. Por esa descomposición, muchos se interrogan sobre qué habría que hacer, especialmente en el ámbito de la política económica. ¿Devaluar? ¿Suspender los pagos de la deuda pública o subordinarse al ajuste perpetuo y la regresiva reestructuración de la condicionalidad externa? ¿Inducir reformas, pero…, qué reformas? En la agenda de la dominación aparecen las reaccionarias en el ámbito laboral, previsional o tributario, ¿cuáles desde la izquierda o el progresismo? ¿Privilegiar la inserción internacional o el mercado interno, incluso que inserción mundial? ¿Cuál es la prioridad económico social para atender de manera inmediata? No existe consenso sobre estos y otros temas. Tiene sentido, porque todo depende de los intereses que se defiendan o los sectores que se pretenda representar. Más complejo aun si la fragmentación política es lo que prevalece en la sociedad, bajo creciente influencia mediática, incluso de redes sociales, atravesadas por la mercantilización y concentración del capital hegemónico en las comunicaciones, lo que les otorga prevalencia en la batalla por el sentido común. Un sentido construido en el último medio siglo, en contra de los “derechos” y a favor de la “mercantilización”. El resultado del cambio estructural en el capitalismo local, como parte de las transformaciones operadas en el sistema mundial, en contra de los “derechos” y a favor de la rentabilidad de los capitales más concentrados, constituye la base explicativa del retroceso político y cultural, operada culturalmente con la mediación comunicacional. Allí radica la descomposición de las tradiciones políticas y culturales construidas durante el siglo XX y que estallaron en la rebelión del 2001. Para ese momento, se asiste a un tempo de consolidación de un nuevo patrón en el modelo productivo y de desarrollo, sobre el que se construye, o se intenta, un nuevo régimen político. Ya no se trata de la disputa entre “dictadura” y regímenes constitucionales, prevaleciente entre 1930 y 1983, ni entre radicalismo y peronismo en tiempos de normalización constitucional. Todo el siglo XX se transitó en el privilegio al mercado interno y una determinada inserción subordinada al capitalismo global. Desde el último cuarto del Siglo XX se gestaron las bases para el privilegio a la producción y exportación primaria, bajo la condicionalidad de la deuda pública, verdadera hipoteca que amenaza la soberanía. El capitalismo en Argentina sufre cambios trascendentes en este último medio siglo, acelerado bajo los gobiernos de la dictadura, de los 90 (Menem y De la Rúa), el macrismo y ahora Milei. Son todas etapas de un proceso de regresiva reestructuración de la economía, del estado y de la sociedad. Con la llegada de Milei se experimenta el momento más audaz de esa reconversión reaccionaria, imposible sin los cuatro fenómenos políticos anteriores, que sembraron las condiciones de posibilidad para la irracionalidad ajustadora del gobierno de ultraderecha. En rigor, se trata de la racionalidad de la descomposición del régimen político local. ¿Cómo salir de la trampa? En primer lugar, hay que profundizar el diagnóstico, ya que los escasos momentos políticos en este medio siglo, de crítica a la lógica económica y política, denominada neoliberal, apenas fueron más allá en intentos de distribución del ingreso, sin impacto en la afectación de la distribución de la riqueza, y menos en la transformación del modelo productivo primario exportador, de fuerte condicionalidad por el endeudamiento público y sustentado en la especulación de una legislación y régimen financiero de subordinación a la transnacionalización del capital. Sin consenso en el diagnóstico sobre la profundidad de los cambios en el capitalismo local y los límites de la crítica sustentados en paliativos que no modifican esencialmente el orden devenido del modelo productivo y de desarrollo, resulta imposible favorecer un nuevo rumbo en contra y más allá del poder construido por medio siglo. Se trata de un diagnóstico construido desde las múltiples resistencias de este largo tiempo que demandan una síntesis política que no se visibiliza en la coyuntura. Es una dinámica a resolver más allá del proceso electoral, bajo una nueva identidad político popular que resuma la experiencia de las mejores tradiciones de la cultura política asumida en la historia de la lucha de clases en el país. Remitimos al anarquismo, el socialismo, el comunismo, el radicalismo, el peronismo; cada una de las cuales tuvo prevalencia en momentos históricos de la construcción de identidad política para la mayoría popular. La organización y resistencia popular cotidiana y regular construye la subjetividad necesaria para pensar en alternativa política. En ese devenir ya se ha construido un programa, que son las reivindicaciones de las/os trabajadoras/es; las/os jubiladas/os; de los movimientos territoriales y su demanda por el hábitat y la autogestión; las luchas contra el FMI, los organismos internacionales y el endeudamiento público; los feminismos populares y las luchas por la soberanía y en defensa del medio ambiente en contra del extaractivismo promovido por el modelo primario exportador de saqueo; del colectivo cultural. Desde esa subjetividad resistente creciente y ese programa de demandas socioeconómicas es que puede construirse la propuesta política que entusiasme y otorgue nuevo rumbo a un tiempo de lucha por la emancipación social. Esa tríada de “subjetividad, programa y propuesta política” constituye la base para construir identidad superadora de los problemas que sufre el pueblo argentino. De manera democrática, participativa, asamblearia, es que ese colectivo de organización y lucha consciente podrá definir las prioridades del cambio necesario. Ello supone definir por dónde empezar los cambios y qué hacer, desde un consenso ampliado y consiente que pueda dar vuelta la taba, como sostiene el dicho popular. No se trata de medidas técnicas, por muy correctas que parezcan, sino de una construcción social y política para enfrentar el poder económico que está detrás de la transformación reaccionaria del gobierno Milei, y del banco de suplentes que ya se predispone a sustituirlo para continuar con el plan estratégico iniciado en 1975/6. Es un desafío gigantesco a resolver más allá de estas próximas elecciones de medio término, que están muy alejadas del debate necesario que intentamos instalar. Las propuestas sostenidas desde la crítica a la hegemonía y que no transforman la realidad estructural, terminan habilitando nuevos turnos de consolidación del programa más reaccionario de la derecha local. Por su parte, las propuestas radicalizadas, necesitan disputar el consenso social con amplitud, sin sectarismo, en la perspectiva de habilitar un nuevo tiempo para la revolución, el anticapitalismo y el socialismo. Buenos Aires, 2 de octubre de 2025

Los problemas financieros del gobierno ocupan el centro del debate

La agenda mediática y política se concentra en estas horas en la evolución del tipo de cambio y las cotizaciones de acciones, títulos o bonos, escamoteando el problema de ingresos populares deteriorados por las políticas de austeridad, del ajuste fiscal, la motosierra y la licuadora. Por eso, más allá de la volatilidad cambiaria, la acumulación de reservas y el crecimiento del endeudamiento público, el problema es la “economía real”, es decir, la producción y circulación de bienes y servicios, y en consecuencia el empleo y la seguridad social. Las tendencias recesivas son propias del circuito económico en el que actúa la mayoría de la población. El crecimiento solo se registra en sectores asociados al intercambio mundial (agro, energía, minería) y a la especulación, lo que se resume en la expansión del consumo de sectores de elevados ingresos y la fuga de capitales. El gobierno Milei está atrapado sin salida en su lógica libertaria y monetaria ortodoxa, aunque sea en lo discursivo, en la convicción de un sostén de consenso electoral suficiente que le permita sortear con éxito la elección de medio termino el próximo 26 de octubre. Luego vendrán profundas reformas estructurales en lo laboral, previsional y tributario, si es que la nueva composición del Congreso Nacional lo permite. De hecho, el aval político de Donald Trump y Scott Bessent apunta en ese sentido, anticipando financiamiento en tanto y en cuanto exista correspondencia con evidentes señales de “estabilización política”, no solo en términos de votos, sino de alianzas que reiteren la capacidad de gobernabilidad del primer año de gestión. En ese sentido se encamina el dialogo retomado de Javier Milei con Mauricio Macri y los convocados al Consejo de Mayo. La disputa por la hegemonía política de la derecha en Argentina, incluye las negociaciones de las principales referencias de la política y las corporaciones del ámbito socioeconómico. No alcanza con la captura de los votos por La Libertad Avanza (LLA), que parecen disminuir en la coyuntura. La exigencia del momento apunta a contener todas las voces de ese espacio político, especialmente cuando algunas terceras voces intentan, el radical Pullaro o los peronistas Llaryora/Schiaretti, aparecer por un carril del medio, entre libertarios y el peronismo. En la jerga del fútbol se podría decir que hay movimientos en el banco de suplentes. En este sentido, la actividad parlamentaria no parece acompañar la demanda gubernamental por disciplinar la institucionalidad en pos de reaccionarias reformas, mucho menos la calle, crecientemente poblada por organizaciones populares que demandan reivindicaciones económico sociales urgentes. Improvisación vestida de teoría El poder ejecutivo vendió la ilusión liberal libertaria, la del anarco capitalismo, la que se sustentaría en la “escuela austríaca”, la difundida por Ludwig von Mises (1881-1973) o Friedrich von Hayek (1889-1992), especialmente el estadounidense Murray Newton Rothbard (1926-1995) e incluso el monetarista de la “escuela de Chicago” Milton Friedman (1912-2006). Una concepción históricamente asociada a procesos autoritarios de ultraderecha, que se visibilizarían desde la dictadura chilena en 1973 y desde allí al terrorismo estatal de Sudamérica, mundializándose en los 80´ del siglo pasado como “neoliberales” con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. La ilusión se alimentó en el rebote económico luego de la mega devaluación de diciembre del 2023, expresado como crecimiento hasta marzo/abril del 2025, para iniciar un proceso de derrumbe y retroceso económico que se potencia en estas semanas. En rigor, asistimos a nuevas versiones de la lógica del capitalismo local y su tendencia al estancamiento estructural desde 2010. La baja de los índices de inflación sostuvo las expectativas entre sectores esperanzados, que, a la luz del freno a la reducción inflacionaria, y a la baja de los ingresos populares, salarios y jubilaciones, que impactan en la caída del consumo cotidiano, hacen dudar sobre cualquier posibilidad de resolver necesidades insatisfechas. Milei, Caputo o Sturzzenegger insisten en la ilusión monetarista y libertaria, desreguladora, anunciando etapas en un plan, que, en realidad, solo propone adecuación de la sociedad a una política de subordinación a la lógica transnacionalizada dirigida desde Washington. Es un liberalismo que hace intervenir al Estado según la necesidad, sea para eliminar transitoriamente las retenciones a las exportaciones agro ganaderas, negociación mediante con un núcleo concentrado de cerealeras, que en tres días de operatoria, menos de una decena de ellas se apropiaron de más de 1.500 millones de dólares. Se resignaron recursos fiscales para beneficiar al gran capital transnacional altamente concentrado. No existe respaldo teórico, sino improvisación y pragmatismo edulcorado con teorizaciones vacías. Lo que existe es un discurso desregulador, junto a una práctica de intervención desembozada, no solo en materia de retenciones, sino con relación a las restricciones cambiarias al comercio exterior, sacando o retomando parcialmente el CEPO, según conveniencia gubernamental. Todo acompañado de una intervención violenta en la represión a la organización y movilización popular. El problema no es solo la política pública, sino la discusión relativa al que hacer más allá de la crítica al oficialismo y las complicidades opositoras. Lo que hace falta es discutir, en un contexto de reconfiguración económica global, que modelo productivo y de desarrollo, incluso, en que inserción internacional para el país. Las elecciones parlamentarias de medio tiempo pueden ser un momento para un debate que parece ausente. Buenos Aires, 29 de septiembre de 2025

La deuda pública externa es un mecanismo sistemático de la acumulación capitalista en Argentina

NOTA PUBLICADA EN: https://www.diagonales.com/opinion/la-deuda-externa-es-un-mecanismo-sistematico-de-la-acumulacion-capitalista-en-argentina_a68d7d8dc521b6b853ed72c14 Euforia en el gobierno nacional antes los anuncios de EEUU, entre el lunes 22 y el martes 23 de septiembre por “hacer lo necesario para apoyar a Argentina”, según tuiteó Scott Bessent, Secretario del Tesoro estadounidense. Aumentada la satisfacción con la tan ansiada reunión y foto de Milei y sus acompañantes con Trump, quien calificó al libertario como un “aliado”, todo en el marco de la Asamblea anual de la ONU. La algarabía se extendió al mercado financiero con suba de los títulos y bajas del riesgo país y de la cotización del tipo de cambio, más la baja de intereses del BCRA al 25%. La satisfacción estaba precedida por la eliminación, transitoria por ahora, hasta fines de octubre, de las retenciones al “campo”, una demanda, desde el inicio de las mismas en 2002, del gran capital agro-ganadero exportador. En sentido inverso transcurrió la semana previa, con bajas de las cotizaciones de acciones y bonos, junto a una presión a la suba del tipo de cambio, promoviendo el alza del riesgo país hasta los 1.500 puntos. Para intentar frenar la corrida cambiaria se vendieron reservas internacionales por más de 1.100 millones de dólares en tres días. Así, la crisis financiera estaba estallada y se sumaba a la crítica situación de la economía real, con bajas del consumo popular, de las inversiones, el cierre de empresas y una tendencia creciente a la suba de las importaciones contra exportaciones en descenso. En rigor, no solo lo económico y financiero estaba en crisis, sino y muy especialmente la “política”, a partir de las denuncias por corrupción ($Libra, Fentanilo contaminado, coimas en la ANDIS) y la derrota en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. Endeudamiento sistemático Ante la catástrofe y hundimiento de la política pública y el consenso electoral se acudió a la recurrente receta del endeudamiento público para el salvataje del “modelo” económico. Hay antecedentes lejanos y cercanos de la aplicación de la receta “deuda”, con origen en las acreencias generadas por la dictadura genocida, denunciada ´por Alejandro Olmos y con sentencia judicial sobre 477 ilícitos en el año 2000. Una sentencia que duerme en los cajones del Congreso Nacional, que nunca actúa según manda la Constitución para “resolver” sobre el endeudamiento. Todos los turnos constitucionales desde 1983 al presente renegociaron esa fraudulenta deuda, odiosa en origen, salvo el efímero gobierno de Adolfo Rodríguez Saá en tiempos de rebelión popular. La deuda pública es un mecanismo esencial de la acumulación capitalista, que favoreció la inserción subordinada de la Argentina en la dinámica de la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital. En efecto, el endeudamiento favoreció la fuga recurrente de capitales via cancelaciones parciales de intereses de la deuda; remesas de utilidades al exterior y constitución de activos externos de operadores y residentes locales. La lógica sistémica histórica del capitalismo local suponía la acumulación frontera adentro, en el mercado interno, sin perjuicio de una inserción subordinada en el mercado mundial. Con la política asumida por la dictadura se transformó la forma de funcionamiento del capitalismo local, vía apertura indiscriminada, desregulación económica y combate frontal a las conquistas históricas del movimiento obrero e incluso a contramano de los intereses de fracciones menores del capital local. La deuda externa pública, más las modificadas legislaciones financieras (aún vigente) y de inversiones externas, fueron el ariete de un mecanismo necesario para transformar la lógica de funcionamiento del capitalismo en Argentina. En los 90 del siglo pasado, plan Brady mediante, privatizaciones de empresas públicas y recreación del mecanismo de apertura y endeudamiento, fortalecieron la hipoteca de la deuda, induciendo cambios importantes en los privilegios del gasto público: del gasto social a los pagos por intereses y capital a los acreedores externos. La inviabilidad del pago de la deuda desemboca en la crisis del 2001, visible por la rebelión popular animada por las protestas acumuladas desde 1996/97 en demanda de trabajo. Una demanda derivada de un desempleo creciente y la miseria extendida de una parte importante de la sociedad, que empezó a referenciarse en un índice de pobreza superior al 35%, inaugurando un registro estructural de empobrecimiento impensado en el país de las ventajas productivas alimentarias. La derecha confirma lo sistémico El gobierno de Mauricio Macri renueva el sentido estructural del modelo de extranjerización e inserción subordinada, generando las condiciones de “normalización” del endeudamiento, concediendo a las demandas de los “fondos buitres” y más aún con el retorno al FMI en 2018. La deuda asumida con el FMI fue por 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones de la moneda estadounidense. En 2020, el BCRA informó que de 100.000 millones de dólares ingresados durante la gestión Macri, 86.000 sirvieron para la fuga de capitales, confirmando la lógica de acumulación capitalista en el mercado mundial. Todo el préstamo del FMI fue utilizado para cancelar deuda, remitir utilidades al exterior o con destino a la constitución de activos externos, entre ellos billetes de moneda extranjera atesorados en cajas de seguridad o cajas fuertes, los dólares del colchón. La deuda quedó registrada a nombre del país, a ser cancelada o negociada vía presupuesto público, aun cuando tuvo destino en la apropiación privada de un núcleo reducido de capitales, locales o externos, que definen el proceso de acumulación del capitalismo local. El gobierno de Alberto Fernández sostuvo la práctica de la renegociación, legitimando la deuda suscripta con el FMI y de otros acreedores “buitres”. Ahora, en abril del 2025, bajo gobierno Milei se adicionaron nuevos 20.000 millones de dólares concedidos por el FMI, más otras muchas deudas aportadas por organismos internacionales. Se trata de la consolidación de la hipoteca y la lógica de una acumulación en el capitalismo global, sin necesidad de que eso impacte en el mercado interno, salvo para afirmar el deterioro de las condiciones de vida de millones de personas empobrecidas e informatizadas en sus relaciones de trabajo. El respaldo político de Trump en estas horas significará un nuevo incremento de la deuda pública externa, que condiciona el presupuesto público y condena a la recreación de la lógica del ajuste fiscal en contra de la mayoría empobrecida del país. Con la disminución del ingreso por retenciones y la nueva deuda, las penurias sociales se acrecentarán, como resultado de una política sistemática de deuda, que se renegocia e incrementa para consolidar la inequidad del orden económico local, contribuyendo al estímulo de las formas especulativas y delictivas del capitalismo contemporáneo. Poner el freno Hace falta poner el freno al sistema de la deuda, lo que supone parar este modelo sistemático de apropiación privada y transferencia al exterior del excedente generado en el país. Los años de gobiernos constitucionales no pararon la lógica sistémica basada en el endeudamiento, la apertura económica y la transnacionalización, por lo que se impone una discusión que habilite políticas para satisfacer demandas que atiendan las necesidades extendidas de la mayoría empobrecida de la población. Buenos Aires, 24 de septiembre de 2025

Subordinación a grandes exportadores y mayor dependencia y subordinación

Existe una enorme desesperación del gobierno de Milei por obtener dólares debido a los próximos vencimientos de la deuda pública externa y a la corrida cambiaria de los últimos días. La semana pasada se vendieron 1.100 millones de dólares con el objetivo de mantener el tipo de cambio y sostener una política antiinflacionaria basada en la contención de dólar y los salarios. Después dicen que no hay plata para la ley de discapacidad o para actualizar o aumentar jubilaciones. Los recursos se utilizan para satisfacer las demandas del poder, ahora eliminado las temporalmente retenciones. Bajan a cero las retenciones hasta el 31 de octubre, al tiempo que apura reuniones con grandes operadores del comercio internacional de granos para aseguran aportes de divisas a las reservas internacionales. Además, busca apoyo financiero en EE.UU., posiblemente a través de un swap, lo que podría implicar condicionalidades como terminar con el swap con China y avanzar hacia una libre flotación del tipo de cambio, permitiendo la remisión de utilidades al exterior. De este modo, el gobierno de la Argentina se subordina a la lógica del capital hegemónico vinculado a la exportación primaria y profundiza el endeudamiento y la subordinación a EE.UU. Hay desesperación en el gobierno de Milei por hacerse de dólares, frenar la corrida y evitar la cesación de pagos ante la insuficiencia de divisas. El gobierno resigna las escasas divisas bajo gestión pública ante la demanda de inversores con disponibilidad de pesos sobrantes, una minoría respecto de la baja de ingresos populares. Son inversores que ejercen una fuerte presión para la devaluación, favoreciendo el interés de los grandes productores y exportadores locales. Existen gestiones urgentes para que los principales operadores de granos liquiden inmediatamente todas las exportaciones que puedan, aprovechando la baja de retenciones. Las cámaras y organizaciones representativas del poder terrateniente y de los complejos agroexportadores saludan la iniciativa y evidencian el privilegio de la política pública hacia el capital concentrado. El gobierno necesita las divisas para hacer frente a los vencimientos de deuda y para frenar la corrida, por lo que concede a la demanda del poder económico. Para cumplir con la afirmación ministerial de “vender hasta el último dólar” para sostener la política cambiaria de bandas, es que hace falta que ese último dólar esté disponible. Por eso, la baja de las retenciones y el aumento de la deuda pública en divisas. La eliminación de retenciones se presenta “temporal”, para inducir liquidaciones, incluso anticipadas de ventas a futuro y armar un colchón de fondos, por lo menos hasta las elecciones de medio turno del 26 de octubre. Todo para intentar mantener la expectativa de mejorar la presencia oficialista en el Congreso y avanzar con las reaccionarias reformas estructurales: laboral, previsional y tributaria. Negociación de deuda con EEUU El Tesoro de EEUU salió en apoyo del gobierno argentino, confirmando los dichos de Scott Bessent en abril pasado, oportunidad de la visita relámpago a Buenos Aires, cuando se anunciaba el acuerdo del FMI por un préstamo de 20.000 millones de dólares, de los cuales ya se desembolsaron 14.000 millones. Solo e anuncio de apoyo de Trump y Bessent impactó en baja de la cotización del dólar y mejora de los títulos argentinos que se devaluaron en las últimas rondas de negocios bursátiles. Milei de vista toda la semana en EEUU, por reunión de la ONU, recibirá de manos de Bessent un premio internacional y, además, tendrá una foto con Trump, de ratificación de una alianza que explicita la subordinación local a la política exterior del gobierno estadounidense. A Trump le viene bien la subordinación argentina y por eso ratifica la alianza política de ultraderecha que sustenta con su par argentino, aunque le cueste un puñado de dólares. Las especulaciones son variadas respecto al monto de la asistencia financiera, la modalidad de la iniciativa y los tiempos del desembolso, por lo que, ante la desesperación gubernamental, se dispuso la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de granos. Cuáles serán las condicionalidades de la asistencia financiera no se sabe y probablemente tampoco se expliciten en su totalidad, pero la demanda sobre Ucrania para compensar con bienes comunes es un antecedente importante a tener en cuenta. Una condicionalidad se asocia a la demanda de alejamiento de las relaciones económico financieras de Argentina con China. Hasta ahora, al gobierno Milei lo supera la realidad sobre la ideología y las afinidades políticas. Cuando nadie financiaba al país, hubo que ratificar y usar el swap con el gigante asiático. Es más, uno de los grandes operadores del comercio de granos es COFCO, la gran trasnacional china, que según la Bolsa de Comercio de Rosario es responsable del 13% de la venta de granos en el último lustro, completando el podio con Cargill y Viterra, cada uno con el 14%. Queda claro que el gobierno Milei no privilegia un “interés nacional” y si privilegia la subordinación a la política exterior de Trump, cuyo eje es la competencia con China, más allá de acuerdos y negociaciones entre Washington y Beiging. Otras condicionalidades vendrán asociadas a la demanda del poder local transnacionalizado, por la devaluación y la liberación cambiaria, lo que supone la eliminación de las restricciones al movimiento internacional de capitales, especialmente la posibilidad de favorecer las remesas de utilidades al exterior. En ese sentido, tiene que haber reservas internacionales genuinas suficientes para la salida de divisas, tal como ocurrió en 2018, cuando el FMI desembolsó 45.000 millones de dólares para cancelar deuda, remitir utilidades al exterior y favorecer la constitución de activos externos, sean billetes, acciones, títulos o propiedades en manos del sector privado de la Argentina. Argentina vuelve a profundizar el rumbo del endeudamiento, de la dependencia y de la subordinación al capital externo y a la política exterior de Estados Unidos. Buenos Aires, 22 de septiembre de 2025