120 días de gobierno de ultraderecha en Argentina

Transcurrió ya el primer cuatrimestre de gobierno de Javier Milei, asumido como “libertario” y “anarco capitalista”, quien se jacta de llevar adelante el “ajuste más grande de la humanidad” y al mismo tiempo convocar a los empresarios a invertir en Argentina porque es “un excelente caso de negocios para entrar y ganar mucho dinero”. Está clara la identificación de Milei con el orden capitalista y su vocación para hacer funcionar a un sistema en evidente crisis, no solo en su territorio, sino en todo el planeta. Milei sustenta una concepción de política económica para todo el mundo. Es lo que sostuvo en Davos, en el Foro Económico Mundial y en la cumbre conservadora en EEUU. Su alineamiento de política internacional es con EEUU y con Israel, sin fisuras, en una prédica en contra de toda alternativa al capitalismo, sea el socialismo, el populismo, en la que solo incluye a la izquierda en esta categoría, tanto como al feminismo, el ambientalismo, o cualquier demanda que restrinja la dinámica de la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo sobre los bienes comunes. Las manifestaciones discursivas contra los presidentes de México, Colombia o Brasil, son parte de una diatriba agresiva contra Cuba, Nicaragua o Venezuela en nuestro territorio, pero especialmente contra China y los países sancionados unilateralmente por Washington y sus aliados en Europa y Asia. Argentina con Milei es parte de la ofensiva ultraderechista que pretende consolidar la ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. Beneficiados y perjudicados Luego de 4 meses resulta evidente identificar en su gobierno quienes son los beneficiarios y quienes los perjudicados de la política económica. Entre los beneficiados, todo remite a las primeras disposiciones asumidas desde el 10 de diciembre del 2023. En ese momento se dispuso: a) una devaluación, con un dólar que pasó de 400 a 800 pesos y con devaluaciones programas del 2% mensual para cotizar actualmente a 864 pesos por dólar según el BCRA; b) la liberación de los precios, habilitando la remarcación de bienes y servicios favoreciendo las ganancias concentradas del sector hegemónico del empresariado local y externo. Ambas dinámicas se mantienen, ya que existe una fuerte presión para profundizar el rumbo de la devaluación de la moneda y continuar con el realineamiento de los precios relativos, especialmente el aumento de las tarifas de servicios públicos. La realidad es un alza inflacionaria en moneda local y en divisas. Es un rumbo que disparó la inflación en diciembre del 2023 al doble de la mayor marca del gobierno anterior en noviembre del pasado año, del 12,8% al 25,5%, que anualizada a febrero del 2024 alcanzó el 276,2%; con una proyección según indican consultores al BCRA del orden del 190% para todo el año 2024, desde el 20,6% de enero, el 13,2% de febrero, un estimado similar para marzo y si se cumple una proyección de un dígito mensual desde abril o mayo. Grandes ganadores son entonces los sectores más concentrados de la producción y exportación local, entre ellos, del agro negocio, de los hidrocarburos y de la minería, precisamente los mismos sectores transnacionalizados que el gobierno señala como motores del repunte luego del piso recesivo que transita la economía actual. Es algo que aparece ya en los datos de enero, en donde el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) “registró una caída de 4,3% en la comparación interanual, y de 1,2% respecto a diciembre en la medición desestacionalizada”. Entre los pocos sectores con datos en positivo aparece el sector agroexportador y la minería. El sector industrial presenta evidencias de la recesión, tal como señala la estadística oficial: “En febrero de 2024, el Índice de producción industrial manufacturero (IPI manufacturero) muestra una caída de 9,9% respecto a igual mes de 2023. El acumulado del primer bimestre de 2024 presenta una disminución de 11,1% respecto a igual período de 2023”. Un dato importante es que esa referencia de ganadores no incluye a la mayoría de la sociedad argentina. Por eso, los grandes beneficiarios de la política del gobierno son los productores y exportadores más concentrados, los grandes inversores externos y el sector asociado a la especulación y las finanzas. De este modo, el rumbo de la economía argentina favorece las expectativas de capitalistas globales y locales que miran con interés y atención lo que ocurre en la Argentina, ya que se generan todas las condiciones macroeconómicas para invertir en un territorio que les genere una rentabilidad más que adecuada. Importa el tema, porque Argentina está condicionada por el endeudamiento externo, especialmente por el acuerdo con el FMI, sea el préstamo de Mauricio Macri del 2018, o la renegociación del gobierno de Alberto Fernández del 2022, que potencia la dependencia por deuda hasta el 2034. Argentina está auditada trimestralmente por el FMI y siendo un pagador serial de sus compromisos externos, o renegociando los mismos a cambio de pérdida de soberanía, se ofrecen excelentes oportunidades de renta a inversores que buscan elevadas ganancias en tiempos de crisis global. Las cuentas financieras están dando señales para esos grandes inversores internacionales, por la baja de la brecha entre distintos tipos de cambio y la disminución del riesgo país, con crecimiento en las valorizaciones de títulos y acciones. En ese marco, se destaca el crecimiento de las reservas internacionales, que estaban en diciembre pasado en 21.200 millones de dólares y a marzo alcanzaron los 28.200 millones. Es un logro sustentado en una balanza comercial positiva por 3.200 millones, pero más aún, en el atraso en el pago de las importaciones por 9.300 millones. A ello debe incorporarse la pérdida de divisas por pagos de intereses y otros aspectos por más de 8.100 millones. Los beneficiarios de la política del gobierno Milei son sectores económicos altamente concentrados, asociados a la gran producción y exportación del agro, la energía y la minería. Todos ellos asociados y vinculados a la gran propiedad territorial, la gran burguesía local y a los inversores externos. Si estos son los ganadores queda claro quienes son los perdedores. En primer lugar, están las/os jubiladas/os y las/os trabajadoras/es en actividad, a los que suman los sectores pequeños y medianos del empresariado que atan sus ingresos a la capacidad de compra de los ingresos populares. Para los primeros el tema es dramático, reitera lo que viene aconteciendo en los últimos gobiernos, ya que la fórmula de actualización de los ingresos previsionales no resuelve las necesidades de jubilados y jubilados, que hoy se encuentra en un nivel de 685 mil pesos mensuales y la mayoría, dos tercios de los jubilados (7 millones de personas), perciben algo así como un tercio de lo que necesitan para una vida digna y adecuada del adulto mayor. En materia de salarios, tenemos que un 40% de trabajadores y trabajadores están en una situación irregular, flexibilizados, con contratos sin seguridad social. Los ingresos de estos trabajadores en situación irregular son peores que los ingresos de los trabajadores estatales, hoy viviendo una situación de extensión de los despidos: el gobierno habla de 15 mil despidos en “semana santa”, y fuentes sindicales están en la indagación del numero concreto y real de esas cesantías, pero el propio presidente ha señalado que el objetivo es despedir 70 mil trabajadores contratados. De hecho, trabajadores contratados por un año, ahora se reducen a tres meses. Es una espada de Damocles permanente sobre los empleados contratados por el Estado. El Estado es el mayor contratante en situación de irregularidad, por ende, es el que mayor precariza la fuerza laboral en la Argentina. Los salarios de los trabajadores irregulares son los que en peor situación están, los que más han perdido, siguiendo los estatales y luego el sector privado regularizado. Con dos temas importantes como agravante, uno, que el gobierno ha dicho que no va a avalar paritarias de actualización según vayan los acuerdos entre patronales y trabajadores, lo que demuestra los limites de la libertad de mercado: libertad de precios para aumentar precios en el mercado, menos el precio de la fuerza de trabajo, precio que esta controlado y que va a demandar paros y conflictividad. Por otra parte, existen negociaciones para restituir el impuesto a las ganancias a los salarios, que pondría de nuevo a trabajadores de altos ingresos relativos con respecto al promedio, a pagar impuestos para cubrir las necesidades de recursos de la nación y de las provincias. Como vemos, beneficiarios muy concentrados y una amplia parte de la población argentina perjudicado por esta política de concentración del ingreso y de la riqueza. Consenso y disputa política La resistencia crece en el marco del descontento por inflación y recesión, que no se constituye aun en proyecto alternativo ante la desconfianza y crítica a los gobiernos anteriores, especialmente al peronismo y su hegemonía kirchnerista. Interesa el tema por la hegemonía peronista en el movimiento popular desde 1945 y por el protagonismo de una nueva camada juvenil del activismo social en los últimos años bajo el liderazgo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La izquierda también está afectada y remite a problemas históricos desde la emergencia peronista para ser expresión de representación masiva. En rigor, debe pensarse la dimensión cultural y social de la izquierda, más allá de la representación institucional, e incluso, vínculos políticos entre franjas sociales, territoriales y política de la izquierda y el peronismo, como parte de una búsqueda de novedosas articulaciones de reorganización del movimiento popular. La ultra derecha desde los medios de comunicación y las redes sociales viene ejerciendo una eficaz política de intervención cultural para descalificar al peronismo, al kirchnerismo y en ese contexto a la izquierda en su conjunto. Tal como antes mencionamos, para Milei, todo es lo mismo, “comunismo, socialismo, kirchnerismo, peronismo, populismo, feminismo, ambientalismo”. El interrogante es como reconstruir identidad popular más allá de las identidades tradicionales y sintetizar la ampliada resistencia por reivindicaciones democráticas, contra los despidos y la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos populares, con un proyecto político anticapitalista, antiimperialista y por profundas transformaciones en contra de la explotación y el saqueo. Se trata de una preocupación que reconoce el debate intelectual y político en variados espacios socio políticos, sindicales, territoriales, de un activo militante que se reconoce en la tradición peronista o en la izquierda, y que no siempre articularon en conjunto sus propuestas políticas o civilizatorias. No es solo un tema para el debate local, sino también global, que remite a la discusión sobre el sujeto de los cambios y la revolución, como a las identidades políticas necesarias en la perspectiva de la lucha en contra de la ofensiva capitalista, de las derechas y la ultra, caso de la Argentina y de otros países de la región y del mundo. De hecho, lo que se propone es un debate estratégico para darle rumbo una perspectiva de emancipación en el presente y futuro cercano. Es un debate estructural ante la permanencia de un proyecto que ya empieza a presentar su estrategia para las elecciones de medio turno en 2025 y para renovar mandato presidencial en 2027. Estamos interpelados a construir alternativa política en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 10 de abril de 2024

Milei potencia los objetivos de la genocida dictadura

El gobierno Milei avanza desde los objetivos de reestructuración del capitalismo local que definió la dictadura genocida en 1976. No es lo mismo, sino más, una potencia, que se apoya en los propósitos explicitados por Martínez de Hoz en el programa del 2 de abril de 1976, por “modernizar” a la Argentina, lo que suponía acciones orientadas en varios sentidos. Por un lado, a una reaccionaria reforma laboral, contra derechos sociales, sindicales, colectivos e individuales, un proceso recurrente en este recorrido de casi medio siglo, con los matices o frenos impuestos por la lucha popular y acciones de gobiernos condicionados por la organización y lucha popular en estos años. Insistimos en la tendencia afirmada por décadas en la confirmación de los datos de pobreza e indigencia, de creciente irregularidad en el empleo e inseguridad social con deteriorados ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes). También expresado en sucesivas reformas del Estado y a favor del capital privado concentrado y transnacionalizado, que tuvo su aceleración con las privatizaciones de los 90, convalidadas por la reforma constitucional del “Pacto de Olivos” y, por ende, el beneplácito del poder integral, económico, político y cultural para nuevas funcionalidades del Estado capitalista. Un nuevo modelo productivo y de desarrollo construido desde 1975/76 desarmaba el entramado de la industrialización subordinada desplegada en el siglo previo. La industria que se desplegó desde el último cuarto del siglo XIX y que se potenció con las diferentes etapas de la sustitución de importaciones en el Siglo XX, sucumbía ante una nueva estrategia de inserción dependiente condicionada por un nuevo ciclo de endeudamiento promovido desde el Estado. El complemento de esas acciones de reforma estructural suponía un nuevo alineamiento internacional, en contra de cualquier acercamiento a la dinámica de articulación con el “tercer mundo” y menos con el segundo, desaparecidos ambos en los reagrupamientos globales acaecidos desde los 90 y el fin de la bipolaridad. El remate contemporáneo es el alineamiento con la política exterior de EEUU, gobierne quien gobierne, y con el Estado de Israel. Se trata de una lógica a contramano de las tendencias globales acrecentadas en estos últimos años por la emergencia en el reagrupamiento mundial de China y sus aliados, todos sancionados por EEUU y sus asociados en política exterior. Son cambios en las relaciones sociales de producción que modifican la relación entre el capital y el trabajo, modifican la función estatal a favor del capital privado más concentrado y reestructuran las relaciones internacionales del país potenciando la dependencia de la lógica de acumulación de los capitales globales. Continuidad y reagrupamiento del poder Por todo esto, el gobierno Milei es continuidad con los propósitos del 76, pero tiene su especificidad, entre ellas, que no sustenta un perfil “nacionalista”. Entre los motivos por los cuales la dictadura no avanzó en sus planes privatizadores, el ministro emblemático de aquel gobierno, Martínez de Hoz, señalaba como balance de gestión, que el “nacionalismo militar” impidió avanzar con privatizaciones estratégicas en donde las FFAA tenían posiciones históricas, desde el petróleo a las fábricas militares. Para la represión, la tortura o el plan de exterminio sí resultaron funcionales, pero no necesariamente para avanzar en otros planes, con los que ahora si se crearon condiciones, entre otras, por la escasa presencia militar en esos estratégicos sectores productivos y de servicios asociados a la tradición militar. Sea el DNU, la ley Bases, retirada de Diputados, o la de nueva generación en discusión ahora, tanto como el “pacto de mayo”, son todas expresiones de una actualización de máxima del programa de la dictadura genocida. Sin aquella acción golpista de restauración del poder oligárquico imperialista, no hay proyecto actual consensuado electoralmente y en pleno despliegue para proyectar la hegemonía del capitalismo local. En ese marco se impone un debate en el poder por la hegemonía desde la derecha bajo nuevo liderazgo y el intento de restablecer la dominación previa al intermedio constitucional desde 1912/16. Lo que no termina de definirse es la respuesta reorganizada del movimiento social popular, que en más de un siglo contuvo la tradición anarquista, socialista y comunista en el movimiento obrero hasta los años 40 del siglo pasado, y luego la identidad mayoritaria del peronismo; que en el plano político atravesó el tiempo del bipartidismo cortado por los golpes entre 1930 y 1976, y luego del 2001 la conformación de dos coaliciones que disputaron la elección presidencial del 2023 sin éxito, para dar lugar a una nueva experiencia del poder y la reconfiguración del mismo. Desde el campo del pueblo se vive el desafío de recuperar una visión de reivindicación de las víctimas del golpe del 76 y reconstruir una estrategia más allá de la resistencia al ajuste en curso para pensar en términos de sociedad alternativa al diseño de regresiva reestructuración que proviene desde el poder. Buenos Aires, 24 de marzo de 2024

Milei está jugado ideológica y políticamente a la ilusión del librecambio

El gobierno de Javier Milei está jugado en su razonamiento liberal a ultranza sustentado en su corta campaña política, como comentarista de los medios y redes hasta llegar a la presidencia. Ahora desde el gobierno empuja la desregulación, y lo hace desde una fuerte intervención estatal, aun cuando sustenta un discurso crítico hacia el Estado. Es el Estado el que dispuso la devaluación de diciembre pasado, de 400 a 800 pesos por dólar y junto a ello, la “libertad” de establecer precios a quienes pueden hacerlo. Más aún, ahora, el Estado convoca a los supermercaditos para que bajen los precios, es decir, desde una crítica discursiva al Estado, el Estado interviene para que las cosas sucedan como las imaginan los ultra-liberales. Un Estado que restringe los ingresos populares porque frena las actualizaciones de salarios, jubilaciones y planes, que reorienta recursos restringiendo subsidios tendientes a satisfacer derechos sociales de alimentación, salud, educación, energía, transporte, entre otros. Un Estado que acapara el crédito vía un sistema financiero y un mercado de capitales al servicio del sostenimiento del orden capitalista. Milei no es el primero que sostiene la “libertad de mercado”, ni el último, pero convengamos que se trata de un imposible histórico sustentado teóricamente desde cuando la burguesía incipiente luchaba contra las restricciones impuestas por el Estado pre-capitalista. El “librecambio” fue la categoría esencial de la naciente Economía Política de los originarios de la disciplina en el siglo XVIII, quienes combatían las normas y el control de las relaciones económicas previas a la extensión de las relaciones monetarias y mercantiles. Podemos ver en el programa de mayo de 1810 la reivindicación por el libre comercio, en contra de las restricciones impuestas por el régimen colonial y el virreinato. La constitución de 1853 se asienta en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, una condición esencial del régimen del capital. Esa “libertad” es una ilusión sustentada en un imaginario social de la dominación que se basa en la apropiación privada del producto social del trabajo y la exclusión de la mayoría social del uso y propiedad de la tierra, proceso concretado con los cercamientos de los suelos en una dinámica asociada al desarrollo del orden capitalista. La acumulación originaria del capital y su desarrollo hasta nuestros días muestra la dinámica de la dominación y apropiación de los bienes comunes, la tierra esencialmente, y del producto del trabajo social. El Estado “capitalista” y sus fuerzas de seguridad y armadas fueron y son esenciales al respecto, y como muestra vale la “campaña” sobre la Patagonia en el Siglo XIX, e incluso hoy, para “normalizar” la situación social en el país se requiere de “protocolo” contra la resistencia y las movilizaciones, o el desplazamiento de “fuerzas” a Rosario para limitar el accionar narco. Milei es síntesis de un programa ideológico propagandístico sostenido desde los medios y las redes para instalar en el imaginario social la “necesidad” de un “cambio”, en el mismo sentido en que se inspiró el programa de Martínez de Hoz o el de Cavallo, ideólogo supérstite desde su desembarco en el BCRA de 1982 o su paso por gobiernos peronistas y radicales y ahora el soporte teórico y político al gobierno ultra liberal. Ese “programa” de cambio fue comprado por buena parte de la sociedad argentina, especialmente de aquellos a los que la tradición política de la “grieta” pos 2001 no daba respuestas de fondo, en el sentido de una reproducción (aceptable en términos de bienes y servicios) de la vida cotidiana. Llevar adelante el programa de “mercado” requiere desandar un camino más que centenario de orden económico y social, un proceso en curso desde hace casi medio siglo, inaugurado con el “rodrigazo” de 1975 y potenciado desde la genocida dictadura. Un proyecto que dio un gigantesco salto en los 90 y que intentó profundizarse con Macri. El tiempo transcurrido y las “no” soluciones, juega a favor de quienes “imaginan” salidas inmediatas desde una concepción individualista, lógica esencial sustentada desde el libre cambio y el pensamiento esencialista de la ortodoxia anarco-capitalista de Milei. Asistimos al tiempo del “desandar”, por lo que hay que desmontar años de reglas y normas de funcionamiento, incluso de los mecanismos que aportan a la acumulación de grandes grupos económicos, subsidiarios de una asociación de su actividad con el Estado. No solo se trata de desmantelar lo constituido recientemente, sino retroceder más de un siglo, antes del régimen democrático inaugurado en 1912 con la Ley Sáenz Peña, tiempos de dominación oligárquico imperialista. Luego vendría el tiempo de la “creación” del nuevo tiempo liberal. No solo es una utopía imposible e inexistente en la historia, sino que lo principal se juega en los consensos sociales, afectados por la inflación y la recesión, e incluso con tendencias a la baja del alza de precios, algo que está por verse. En rigor, en el debate actual, no alcanza con la crítica al imposible imaginario del gobierno Milei, sino que se requiere construir un nuevo imaginario sobre el presente y futuro de la sociedad argentina, que pensamos más allá de la lógica monetario mercantil existente. Por eso, la convocatoria es a pensar en la des-mercantilización en aras de un orden sustentado en derechos esenciales y cuidado de la naturaleza. A una lógica imposible de exacerbado “mercado”, intentar el desafío de un rumbo asentado en la solidaridad, la autogestión económica, el trabajo comunitario, en defensa de la vida y la naturaleza. Un programa a construir para desafiar la ofensiva capitalista que experimenta en territorio nacional nuevas formas de resucitar globalmente la explotación y el saqueo. Buenos Aires, 12 de marzo de 2024

Los cambios políticos en el poder y el contrapoder

Mientras se especula que dirá Milei en la inauguración del año legislativo, me animo a decir que reiterará la esencia de lo dicho en su carrera preelectoral como panelista de TV y en redes sociales; en su campaña para diputado porteño en 2021 y para presidente en 2023; tanto como el discurso de su asunción del 10/12/23; o lo enunciado en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre conservadora en EEUU. El eje es la reformulación del orden capitalista en el país y que eso sirva como ejemplo para el mundo. Lo que ensayaron los “chicagos boys” desde el 73 dictatorial en Chile, a modo de ensayo, puede servir de referencia para pensar el presente y el futuro deseado para el mundo capitalista por los ultras liberales encarnados por el presidente argentino. Con esos discursos viene sumando consenso a un programa de liberalización deseado por el gran capital, local y global. Ello requiere de una fuerza política de consenso social mayoritario en la tradición de la “derecha” argentina, que supo ser conservadora y minoritaria, que gobernó desde el “fraude” y que necesitó de los golpes militares entre 1930 y 1976 para gobernar, pero que también se adaptó al “republicanismo” y empezó a ganar elecciones en 2015, incluso previamente a sumarse al proyecto peronista liderado por Carlos Menem en los 90, o al radicalismo de Fernando de la Rúa en los finales de la convertibilidad. Cambia la forma del ejercicio de la política de los sectores que definen al poder. La tradición “democrática” del capitalismo realmente existente en el país, que empezó a construirse bajo gobiernos constitucionales luego de la Ley Sáenz Peña, desalojó del gobierno a las formas tradicionales del poder local, quienes retomaron sucesivamente el gobierno desde las “dictaduras” y condicionando todo lo que podían a los gobiernos emergentes de procesos constitucionales. Esas idas y vueltas parecen haber encontrado la forma política adecuada para sintonizar al poder con el gobierno, dicho esto mas allá de desconfianzas de las cúpulas empresarias en el personaje en la casa de gobierno. El poder oligárquico imperialista que definió la hegemonía del capitalismo local hacia 1880, se siente en capacidad de cerrar un ciclo histórico, eliminando derechos conquistados por las clases subalternas. ¿Una revancha histórica? Más que eso, se trata de reformular el orden capitalista local y global en tiempos de crisis y restablecer una lógica de ganancias concentradas que requiere amplio consenso, incluso de los perjudicados. Por eso debe pensarse en la respuesta social ampliada, no para rescatar lo existente, sino para frenar la ofensiva conservadora y liberalizadora, excluyente y por más explotación y saqueo y construir un nuevo tiempo de la forma política popular, articulando todas las tradiciones de resistencia desplegadas desde la constitución de la Argentina como una Nación con pretensión autónoma. Toda la experiencia de organización y lucha popular es necesaria. Nadie debe quedar afuera, pero se requiere una gran voluntad por sumar en una estrategia compartida un cúmulo de reivindicaciones democráticas construidas por el movimiento popular y definirlas en un proyecto político que confronte con la lógica capitalista y se proponga un rumbo de construcción de la vida cotidiana asentado en lo comunitario, lo solidario, la autogestión y la cooperación, en contra y más allá del capitalismo. Diga lo que diga el 1/3 en el Congreso, el desafío será construir la alternativa política popular. Buenos Aires, 1 de marzo de 2024

Disputa del poder en la cúpula

Disputa del poder en la cúpula Por Julio C. Gambina Existe una importante crisis política por arriba para dirimir el liderazgo del bloque en el poder mientras la dinámica popular construye la resistencia a la ofensiva ajustadora del gobierno de Milei y sus aliados, más allá de las disputas. El bloque de poder se reorganiza en el marco de la crisis capitalista. La desaceleración con perspectivas de recesión mundial tiene su especificidad local empujada por la política de austeridad de Milei. La inflación elevada deliberadamente por la devaluación en origen del gobierno (dólar de 400 a 800 pesos) más liberación de precios contribuye a la generación de miedo de la población empobrecida y a aceptar, por ahora, las restricciones de un brutal ajuste sobre los ingresos populares. A la inflación se suma la recesión con impacto en desempleo, baja de actividad económica y consumo. Más temor y condiciones para exacerbar el ajuste y la regresiva reestructuración. El enfrentamiento del gobernador de Chubut con el Presidente es una discusión al interior del poder, no solo es una cuestión política entre las derechas de LLA o del PRO, sino de los intereses detrás de los sellos políticos. Una disputa que arrastra a sectores sociales detrás de proyectos ajenos, regresivos, bajo la bandera de la soberanía de las provincias, restituida por la reforma constitucional del 94, producto del pacto PJ-UCR. Las petroleras deciden no continuar con inversiones en hidrocarburos convencionales, base de la producción y exportación desde Chubut y se orientan a la nueva meca de las ganancias en Neuquén y el yacimiento de vaca muerta. El objetivo apunta a potenciar el sesgo primario exportador del modelo de acumulación hegemónico en el país. La ganancia y su acumulación prima en las decisiones del capital. Milei sabe que su éxito está en un discurso crítico a la política tradicional y por eso insiste en que el problema es la casta. ¿Qué es la casta? Todo aquello que obstaculiza el objetivo de liberalización a ultranza, a favor de la propiedad privada y la libertad de mercado, o sea, de los inversores privados. Ese fue el eje de su campaña, de su discurso inaugural y reiterados en toda entrevista y posibilidad de comunicación; en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre de acción política conservadora en EEUU, abrazo y compromiso mediante con Donald Trump. Milei juega a todo o nada, no sabe actuar de manera distinta. Reconoce su ausencia de partido y de poder institucional o territorial, por lo que fuerza la máquina para hegemonizar la reconversión reaccionaria del capitalismo local, más allá de burocracias de derecha, en los partidos o en los medios de comunicación. Hasta ahora parece funcionar y deja sin discurso a sus aliados, a quienes quiere subordinar, tal como ya hizo con aquellos cooptados a su gestión, caso de la fórmula presidencial de Cambiemos, o destacados funcionarios del Frente de Todos. Bloque popular El problema está en la sociedad y un consenso político más allá de los votos conquistados en agosto, octubre o noviembre del 2023. El movimiento popular está desarrollando variadas iniciativas de confrontación, desde el inicio del gobierno Milei, con el paro nacional y movilización del 24E y la multiplicidad de jornadas de luchas que se suceden desde entonces a los conflictos gremiales desatados en el presente, de docentes, de estatales, de portuarios, entre otros. Pero también en inter-sindicales, multisectoriales, asambleas barriales y variadas formas de articulación para frenar el ajuste y las regresivas reformas estructurales en materia laboral, previsional o en privatizaciones. Lo que debe reconocerse es que, así como en el bloque de poder hay debate político sobre quien dirige y en ese sentido, Milei lleva la iniciativa ideológica política hasta el paroxismo, en el movimiento popular existe ausencia de alternativa política. Existen distintos proyectos políticos en ese reagrupamiento del movimiento popular y actúa desde el peronismo y sus distintas fracciones (en ese sentido está el documento de Cristina Fernández), como en la izquierda, lo que involucra a los partidos con representación institucional y un amplio abanico de construcciones políticas que articulan con aquellas, con diferencias y matices y voluntad de construir nueva identidad de izquierda para la disputa de poder, incluso con voluntad de ampliar la participación institucional. El abanico de la izquierda se incluye en movimientos sociales, sindicales, territoriales, culturales, de intelectuales, en un amplio espectro de perspectiva anticapitalista, atravesada por los feminismos populares y el ambientalismo en su diversidad, especialmente los que luchan contra el régimen del capital y su lógica de saqueo. Reagrupamientos en la disputa de poder Son tiempos de desafíos políticos en la reestructuración de los bloques que disputan poder. Por arriba está claro quiénes son los sujetos que le ponen nombre a la discusión por la hegemonía. Está pendiente la cuestión por abajo, lo que se define en la dinámica de organización y lucha del pueblo, tanto como en la crítica al capitalismo actual y la orientación de una estrategia de poder en contra del régimen del capital, una ausencia de época en la etapa actual del capitalismo. Buenos Aires, 26 de febrero de 2024